martes

Cuando es noche en Okinawa

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      Ese fue el año de las peras, contaba mi mamá.  Yo no toleraba otra cosa que peras, y por eso vos naciste con la piel muy sanita, sin manchas.
     Como si hubiera podido verla, recordé a mi mamá de joven, una muchacha de veintisiete años, sentada en la reposera del patio del fondo, mirando el corral de las gallinas y las plantas de tomates, resistiendo el sopor de la siesta tórrida en Concordia.  Sobre la falda, un plato, un cuchillo y dos peras recién sacadas de la heladera.  De vez en cuando posa el plato sobre la panza, como si fuera una mesa.
     Miro la fuente de ciruelas moradas con gotas de rocío que acaban de servir después de la cena.  Estiro el brazo y elijo la que me parece más madura.  Y pienso en una escena distorsionada de esta noche, imaginada por mi hijo cuando tenga edad para pensar en estas cosas.  Ese fue el año de las ciruelas…





1 comentario:

  1. Anónimo13:53

    Qué lindo Vivi, revivir el tiempo ése de llevar un bebé en la panza... Claudia.

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